En los últimos tiempos se nos ha hecho más patente que nunca la importancia de las jeringas en todo tipo de centros de salud. Gracias a ellas podemos administrar la famosa y esperada vacuna contra el COVID-19, así como por supuesto, otros tantos medicamentos y realizar extracciones de fluidos.
Su nombre viene del latín y significa caña o tubo.
Hasta que llegaron las jeringas a mediados del siglo XIX administrar medicamentos era algo más engorroso que en la actualidad, y es que había que hacer un corte en el paciente y colocarle una pasta o líquido con el medicamento. Más doloroso y mucho menos efectivo que inocularle en la sangra el medicamento o vacuna en cuestión ¿verdad?
Las primeras jeringas eran metálicas, lo que era bastante más incómodo que ahora, tanto para el paciente como para el sanitario que ni siquiera veía lo que contenía la jeringa. Fue en 1866 cuando se empezaron a comercializar las jeringas de cristal. Estas primeras jeringas no hubieran sido nada sin las agujas huecas.
En la actualidad encontramos a la venta cientos de tipos de jeringas: jeringas sin aguja, jeringas con aguja, jeringas de insulina, jeringas de vidrio, jeringas de seguridad, etc. Jeringas de un solo uso, pero en el caso de las primeras jeringas de las que estábamos hablando, se esterilizaban después de cada uso, lo que no evitaba contagios de enfermedades tan peligrosas como la malaria, la polio, la hepatitis o la tuberculosis.
Curiosamente fue un veterinario neozelandés el que desarrolló el primer tipo de jeringa desechable que venía ya cargada con el medicamento o vacuna.
Pero las primeras jeringas desechables e hipodérmicas más parecidas a las actuales, las ideo un español, el mismo que inventó la fregona, de hecho fue él quien convenció a la empresa con la que comercializaba las fregonas para que estudiara las ventajas y posibilidades de desarrollar jeringas desechables e hipodérmicas que mejoraran las pocas y dificultosas jeringas desechables que tenían en aquel momento, que solo había en algunas clínicas privadas.
Estas nuevas jeringas se llevaron a cabo mejorando a sus predecesoras, incluyendo un émbolo que no se atascaba y pudiendo reducir el grosor de las paredes de las jeringas.
Parece mentira hoy en día pensar que al fin y al cabo una jeringa es un tubo con un émbolo adosado a una aguja hueca, un sencillo dispositivo que ha ido evolucionando con los siglos y que su invención haya cambiado el rumbo de la historia y de la medicina.